¿Necesito uno o dos intérpretes?
El intérprete de conferencias requiere una gran concentración para dividir conscientemente su atención en varias actividades. La tarea que a simple vista pareciera ser escuchar y hablar en dos lenguas diferentes, o más, es realmente un proceso mental muy complejo donde intervienen al menos 22 destrezas cognitivas. ¡Y todo ocurre al instante! Aunado a la exigencia intelectual y la carga cognitiva, a menudo el intérprete es presa de los efectos psicofisiológicos de las numerosas fuentes de estrés a las que se expone: complejidad temática, velocidad del orador, acentos imperfectos, lectura de textos en vez de presentaciones espontáneas, discursos incoherentes, ruido en la sala, impactos acústicos, escasa ventilación, falta de visibilidad, fallas del sistema de interpretación simultánea, etc. La tensión y la fatiga mentales son frecuentes en esta profesión y no sorprende que haya sido catalogada como casi tan estresante como la del controlador de tráfico aéreo.
Por lo anterior, los intérpretes profesionales trabajan en parejas y por turnos, alternándose cada 30 minutos o menos, en jornadas laborales de un máximo de 8 horas de permanencia. Su responsabilidad es mantener su nivel de desempeño durante todo el día, varios días consecutivos o hasta semanas. La exactitud y la coherencia comienzan a deteriorarse al cabo de aproximadamente 30 minutos de interpretación. Los errores de sentido aumentan considerablemente si el intérprete trabaja durante largos períodos con sobrecarga mental y sin descanso. Por eso el intérprete profesional administra la sobrecarga de trabajo para rendir con calidad, proteger su salud y evitar a largo plazo el desgaste profesional.
La velocidad de habla sirve para ilustrar la carga de trabajo del intérprete en términos sencillos. La velocidad de habla de un buen orador en idioma español oscila entre 170 y 190 palabras por minuto. Esto significa que, en 30 minutos, el intérprete debe escuchar, entender, analizar y reformular en otro idioma aproximadamente 5 400 palabras, el equivalente a 22 páginas de texto. Pero en general los oradores hablan más rápido. A una velocidad de 210 palabras por minuto, un oyente normal se cansa y abandona al orador. El intérprete no puede hacerlo; tiene que procesar esa sobrecarga, y a menudo sobrecargas mayores. Estas circunstancias requieren no solo un intérprete competente y descansado, sino el esfuerzo de dos. ¡La interpretación es un trabajo en equipo!
Además, mientras un intérprete interpreta, el otro que espera su siguiente turno de 30 minutos, también permanece activo: continúa prestando atención al orador y lo que acontece en la sala de conferencias para no perder la continuidad de las ideas, escucha a su compañero de trabajo y le escribe notas si es necesario, anota palabras y expresiones, verifica que la terminología sea precisa, prepara o repasa documentos, etc.
Interpretación corta
Una conferencia corta podría ser atendida por un solo intérprete. Dependerá de las características de la conferencia: modalidad de interpretación, complejidad del tema, dinámica de la actividad, disponibilidad del discurso para su preparación, velocidad de habla del orador, entre otras. En este caso, se recomienda que el intérprete evalúe las condiciones del trabajo. Si ha de trabajar solo, debe cuidarse de no interpretar más de 60 minutos seguidos, y tener un receso antes de iniciar otro turno.
Marina Gómez C.